lunes, 2 de abril de 2018

La Paz





Me levanté temprano ávido de explorar La Paz. La noche anterior había cenado en los puestos callejeros cerca de la Plaza del Estudiante y pude tomar el pulso a una ciudad que tiene buen ambiente también por la noche.



 Recogí mis cosas y dejé el saco tendido en el colchón donde había dormido.

Salí de la Casa del Ciclista con una pequeña mochila, una botella de agua y mi cámara de fotos.

 Las grandes avenidas llenas de rascacielos abundaban en la zona donde me hospedaba, ya que era muy céntrica. Aun así contrastaban con los pequeños autobuses tipo camioneta que pululaban por toda La Paz. Estos y multitud de furgonetas eran los que llevaban el peso en el transporte de La Paz. Aunque pronto habría otro nuevo tipo transporte. En esos momentos (2013) había carteles por la ciudad anunciando la construcción de un gran teleférico de treinta kilómetros de trayecto salvando una altitud de 3.600 a 4.000 metros sobre el nivel del mar. Impulsado por el presidente Evo Morales, el teleférico conecta La Paz con El Alto (uno de los municipios de la Paz).
Desgraciadamente yo no lo disfruté al no estar construido todavía, pero hoy en día ya se cantan sus alabanzas, entre otras sus vistas increíbles y la notable ayuda para salvar la terrible orografía de la Paz, salvando ríos y cerros de gran altura. De otra manera el callejeo se hace muy tedioso e interminable por el tráfico intentando atravesar las avenidas y calles serpenteantes entre un enjambre de viviendas y dificultades orográficas.

 Seguí andando en dirección al famoso Mercado de Las Brujas. El mercado está ubicado en el cerro Cumbre. La mercancía la venden los brujos locales conocidos como yatiri, identificados con sombreros negros y bolsas de coco con amuletos, talismanes y polvos que favorecen la suerte, el amor o la fertilidad. Aunque lo más vendido son los fetos de Llama para ofrecer a la madre tierra o Pachamama y todo lo relacionado con esto, como son las mesas de ofrenda y todo lo que en ellas se ofrece.
Todo este ritual y tradición fue descrito en mi entrada de Sucre.












 Hice algunas fotos a un par de puestos con fetos de llamas y seguí recorriendo el mercado.

Durante esos dos días en la Paz iría en bastantes ocasiones al mercado de Las Brujas. Aparte de los artículos de ofrenda o brujería había muchas tiendas de artesanías, ropa indígena, bolsos de piel, joyería con motivos andinos, pulseras de pelo de llama…

 Según deambulaba por el mercado pensaba en los orígenes de esta impresionante capital:

 La Paz, oficialmente Nuestra Señora de La Paz, es la Sede de Gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia, descentralizado con autonomías. Está organizado en nueve departamentos.

 Sucre es la capital de Bolivia sede del órgano judicial; La Paz es la capital sede de los órganos ejecutivo, legislativo y electoral, además de ser el epicentro político, cultural y financiero del país.
La Paz es la tercera ciudad más poblada de Bolivia, detrás de Santa Cruz de la Sierra y El Alto Su área metropolitana, comprende siete municipios : El Alto, Viacha, Achocalla, Laja, Mecapaca, Palca y Pucarani, es la más poblada del país, con una población de 1,87 millones de habitantes en 2012.

 La Paz está ubicada en el Oeste de Bolivia, a 68 km al sureste del lago Titicaca y está situada en un cañón creado por el río Choqueyapu y está rodeada por las altas montañas del altiplano, entre ellas el imponente nevado Illimani 6462 m. Es una especie de caldera rodeada de montañas y entre ellas destaca el Illimani.
A una altura promedio de 3650 m, La Paz es la metrópoli y capital administrativa más alta del mundo. Debido a su elevación, La Paz tiene un clima subtropical de altura, con veranos lluviosos e inviernos secos.


 Una banda de música que subía calle arriba hizo que despertara de mis pensamientos. Llevaban una buena tamborada y vestían de uniforme verde y cascos con flecos blancos. En uno de los cruces un guardia se afanaba con gran brío en reconducir el caótico tráfico de la Paz. Detrás de él varias furgonetas esperaban a que les dieran paso. En cada una de ellas multitud de letreros indicaban a donde se dirigían. Es el sistema de coches colectivos que se utiliza para el transporte en toda Bolivia. 

Subí a la parte alta del mercado. Allí había una zona de tiendas con material de ferretería donde aproveché para comprar cinta de embalar en abundancia para poder dejar bien sujeta y segura la caja de cartón donde iría la bicicleta cuando volviera a España. No recuerdo si encontré cinta americana también, que es la que me asegura una estructura irrompible y unas garantías antiagujeros perfecta. 















































































































Dejé el Mercado de Las Brujas y me dirigí a la Catedral de San Francisco situada en la Plaza del mismo nombre o Plaza Mayor. La plaza es un espacio abierto que acoge también el mercado de Lanza y donde un poco más allá aparece la famosa Pasarela de Pérez Velasco cruzando la Av. de Ismael Montes.
 La Catedral de San Francisco fue construida entre los siglos XVI y XVIII y su estilo es el barroco mestizo.Es el templo religioso más antiguo registrado en la ciudad. En agosto de 1549 se inicia la construcción de la primera Iglesia de San Francisco, que sería concluida en 1581.
 • entre 1608 y 1612 se desploma la primera Iglesia por efecto de una gran nevada.
• Entre 1743 y 1744 se inicia la construcción de la iglesia tal como se la conoce en la actualidad.
• En 1753 se concluye con el cierre y el techado de la cúpula del crucero.

 Estuve haciendo fotos por los alrededores de la catedral. Una gran muchedumbre andaba de acá para allá en esta zona. Además de la catedral, la plaza es confluencia de zonas comerciales, ya muy cerca también se encuentra el Mercado de Las Brujas. El estilo barroco mestizo le sentaba muy bien al templo y destacaba entre tanto edificio moderno. Maravillosa construcción!


 Seguí andando hasta que me topé con el Palacio Quemado que en realidad es el Palacio del Gobierno, pero es llamado así porque en 1875 sufrió un incendio.
Estuve un buen rato sentado en La Plaza de Murillo. Me dedique a contemplar a la gente y admirar los edificios señoriales que allí se erigían.
 El Palacio Quemado es la sede principal del Poder Ejecutivo boliviano y la oficina y sede de funciones del presidente de Bolivia. El edificio se emplaza en la Calle Comercio junto a la Catedral Metropolitana. Esta última se empezó a construir en en el año 1835 con una arquitectura de estilo neoclásico con elementos barrocos.
También en la Plaza Murillo se encuentra el edificio que alberga la Asamblea Legislativa Plurinacional o Cámara de Senadores. En 1890, José Manuel Pando inicio la construcción de un Palacio Legislativo, que fue inaugurado en 1905, con estilo neoclásico.
La plaza está llena de gente paseando, descansando o simplemente dando de comer a las numerosísimas palomas.

 En La Paz también se encuentran asentadas todas las embajadas diplomáticas y misiones extranjeras que llegan a Bolivia. Con el pasar de los años, la ciudad de La Paz se ha convertido en un importante centro político, administrativo y económico financiero de América Latina.

 Estuve haciendo fotos por toda la plaza. Dos mujeres descansaban en un banco mientras la gente daba de comer a las palomas.
 Después de fotografiar los edificios emblemáticos me senté en uno de los bancos a contemplar a la gente. Mientras pensaba en la historia de La Paz:

 La Paz fue fundada el 20 de octubre de 1548 por el conquistador español Alonso de Mendoza en el asentamiento Inca de Laja con el nombre de Nuestra Señora de La Paz, en conmemoración a la pacificación de las guerras civiles en el Virreinato del Perú (guerra civil que siguió a la insurrección de Gonzalo Pizarro contra Blasco Núñez Vela, primer virrey del Perú).
Fue la tercera aldea fundada en el actual territorio de Bolivia después de Choquechaca (1538) actual Sucre y Potosí (1545). La ciudad fue trasladada posteriormente a su ubicación actual en el valle de Chuquiago Marka.
La Paz fue inicialmente controlada por el dominio español del Virreinato del Río de la Plata como una ciudad de tránsito establecida en la ruta comercial entre Potosí y Lima.
Posteriormente la ciudad experimentó numerosas revueltas a favor de su independencia, siendo las más importantes la revuelta de 1781, cuando el líder indígena Túpac Katari, sitió la ciudad por seis meses. La otra revuelta era la del 16 de julio de 1809, cuando el patriota Pedro Domingo Murillo que da nombre a esta plaza, inició una revolución en la ciudad, dando comienzo a las guerras de independencia hispanoamericanas.

 La Paz destaca también por ser un importante legado cultural debido a su legado colonial y su impronta indígena. Su topografía accidentada ofrece vistas únicas de la ciudad y de la Cordillera Real desde varios miradores naturales.
Servía como punto de descanso para los viajeros que transitaban entre Potosí y Cuzco.

 Tras la guerra federal de 1898-1899, La Paz asumió la sede de Gobierno (poderes ejecutivo y legislativo), convirtiéndose así en sede política de facto en la administración nacional. La contienda enfrentó a liberales del norte, contra conservadores del sur que querían que la sede de Gobierno se quedase en Sucre. Esta situación quedó establecida el 25 de octubre de 1899, fecha en la que el general José Manuel Pando asumió la presidencia de la República a raíz del triunfo de la Revolución Federal.
 El 22 de julio de 2007 se llevó a cabo el El Gran Cabildo, donde aproximadamente dos millones de habitantes de la ciudad de La Paz y El Alto refrendaron la permanencia de la sede de Gobierno en esta ciudad.










 Proseguí mi camino dejando atrás La plaza de Murillo. En una cuadra adyacente a la plaza de Murillo se encuentra el precioso edificio del Museo Nacional de Arte. Concretamente en la intersección de la Calle Comercio y Socabaya.
El Museo Nacional de Arte fue la casa de Francisco Tadeo Diez de Medina, importante hacendado de la ciudad y también alcalde, este vivió a finales del siglo XVIII. El museo tiene una gran variedad de pinturas que datan desde la época virreinal hasta la época moderna. Famosos pintores como Cecilio Guzmán de Rojas, Melchor Pérez de Holguín o escuelas como la Paceña y la Potosina están representados con trabajos de gran calidad artística.
Su fachada de piedra labrada y decorada con motivos barrocos es deliciosamente bella y solo en si misma ya es obra maestra.
Ha sido casa de diferentes propietarios, también hotel, casino y finalmente museo de arte.


 Poco después anduve comprando alguna sudadera para mis hijos en una parte cerca de la calle Comercio donde vendían ropa.
 Luego estuve comiendo algo más. En realidad estaba todo el día comiendo recuperando energía de mis tremendos palizones en bicicleta. A pesar de que mis últimos días habían sido muy ligeros en cuanto a esfuerzos, todavía tenía mucho que recuperar. Desde que dejé el Salar apenas había pedaleado. Mis días en Bolivia estaban contados y de alguna manera la vuelta estaba en marcha. Mis últimos esfuerzos fueron los 75 Km a mitad de camino desde Potosí a Sucre y los 55 Km de el camino de los Yungas. Se supone que ya debería haber llenado el depósito de mi maltrecho cuerpo. 

Mi sorpresa fue increíble cuando me pesé en una farmacia de La Paz: 63 Kg. Sabía que había bajado de peso, pero nunca pensé que fuera tanto. Salí de Madrid con 77Kg y después de varios días comiendo bien y “descansando”, resulta que pesaba 14 Kg menos. Si me llego a pesar el primer día que llego a la Paz antes de ir a Uyuni no se que hubiera pesado.
 Nunca había estado en ese peso desde los 13 años. Estaba en el chasis absoluto consumido por las interminables jornadas de Kilómetros. Mi estilo de viaje con sólo de 33 días me hizo hacer tiradas enormes, mientras otros cicloturistas con meses o años disponibles podían hacer tiradas más cortas e incluso descansar grandes periodos en alguna población.
 De todas formas, aunque llevaba seis días más tranquilos eran un poco engañosos, ya que apenas paraba un segundo de moverme. En Sucre estuve todo el día viendo cosas en la calle sin desperdiciar un segundo. Cuando terminé allí “dormí” doce horas en el autobús de Sucre a La Paz con ventanas heladoras y sin calefacción. Vamos quemando calorías continuamente. Después de esas 12 horas en autobús llegué a las 7 de la mañana a La Paz y recorrí 5 km en bici hasta la otra estación de autobuses que daba salida a los Yungas. Luego 3 horas en otro autobús y bajada y llaneo de 33Km en bicicleta. Durante este recorrido realicé diferentes tomas en bicicleta, algunas lejanas donde volvía corriendo al lugar donde había dejado la cámara. Luego unos 15 Km más antes de tomar la furgoneta a la Paz con tres horas de viaje.

 Vamos que lo que llamé días de descanso eran un no parar ni dormir. En fin, lo que dije antes: cicloturista igual a cara quemada, en el chasis, enjuto, polvoriento, es posible que con alguna calentura en los labios. Eso sí feliz de estar ahí fuera con los elementos y la gente del camino.


 En mi deambular tranquilo hacia la casa del ciclista, había cenado una buena pizza y paré una vez más para comprar dos enormes buñuelos en un puesto callejero además de una fanta de medio litro. Quería ir cogiendo algo de kilos, cualquier cosa valía.

 Una vez dentro del saco e intentando descansar ya en la casa del ciclista, pensaba en que me quedaba un día más en La Paz. Al día siguiente a las 24 horas salía mi vuelo, tenía todo el día para disfrutar de la ciudad y pensaba con ilusión en ello. Antes de acostarme había estado desarmando la bicicleta y metiéndola en la caja con las alforjas y todo lo que llevaría dentro. Luego la protegí con gomaespuma y otros protectores que encontré en la casa de ciclista.
Terminé por embalarla con los rollos que había comprado en el mercado de Las Brujas por la mañana.
Cristian el dueño y director de La Casa del Ciclista, me dijo que no me preocupara por la manera de empaquetar la bicicleta. Podía coger una de las cajas disponibles en una de las habitaciones de la casa. Y menos mal porque como mi viaje empezaba en Perú, no tenía mi caja esperándome a mi llegada a Bolivia. Pero la casa del ciclista me solucionó este problema. Sino me hubiera tocado buscar alguna alternativa en una tienda de bicis, cosa difícil aquí, o incluso buscar unas cajas de televisores y unirlas con cinta americana.
Y en esos pensamientos estaba cuando me dormí casi en el acto.










 Al día siguiente comencé mi recorrido desayunando tranquilamente sentado en una cafetería cercana de la plaza del Estudiante. Aprovechando el WF de la cafetería para hablar con Marga y los chicos. 

Luego compré algo de frutas y pasé por el mercado de Las Brujas una vez más. Compré unos pendientes de plata para Marga, eran unas pequeñas llamas muy graciosas.

 Después me dirigí hacia la Pasarela Pérez Velasco cerca de la calle del Comercio. La gente subía y bajaba por esta pasarela vertiginosamente y con un tráfico humano muy denso. Desde aquí se veían preciosos edificios coloniales en la misma avenida de Ismael Montes . Estos alternaban azules y verdes en sus fachadas, dando a las construcciones una belleza singular.
Esta zona tiene gran actividad de comercial, ópticas tiendas de fotos, ropa, joyerías…

Seguí subiendo hacia el Norte. Siempre que uno subía acababa viendo la enrome y preciosa silueta nevada del Illimani 6462 m. A parte de este nevado se veía con más claridad los enormes barrios construidos en los cerros altos de La Paz.

  El centro de la ciudad está rodeado por barrios que fueron construidos en las laderas periféricas dándole a la ciudad un aspecto de embudo. La mayoría de estos barrios fueron creados por la emigración interna que hubo a finales de los años 60 y principios de los 70 (últimos años de la dictadura boliviana). Mucha gente del campo emigró a la ciudad buscando un mejor porvenir y así se fueron asentando en los alrededores de la ciudad de La Paz y creándose los barrios periféricos. 

Viendo estos preciosos edificios coloniales de la calle Ismael Montes me acordé de los problemas de conservación de la arquitectura Colonial.

Los edificios coloniales de La Paz son muy bonitos y únicos pero corren peligro de desaparecer
 Ya que están en constante disminución, sobre todo el patrimonio que se encuentra en torno a las inmediaciones de la Plaza Murillo. Esto es debido a la falta de fondos y la imposibilidad de los propietarios para pagar restauraciones de edificios coloniales. Muchos de estos han sido derribados en el siglo XX o se encuentran en un estado ruinoso.
 Es más barato pagar la construcción de edificios modernos en lugar de mantener los antiguos e históricos.
Aunque ha habido un número creciente de proyectos de restauración debido a una ordenanza municipal, lamentablemente muchos siguen en estado ruinoso.
Un ejemplo de arquitectura colonial lo constituye la calle Jaén, cuya estructura y edificaciones han sido conservados.

 Estuve horas y horas hablando con la gente y observando a la población por la ciudad de La Paz. Me llamó poderosamente la atención como los limpiabotas llevan pasamontañas que apenas dejan ver los ojos. Pensé que era una manera de sacarse dinero pero que por alguna razón nadie quería ser visto haciendo aquello. De hecho algunos de estos limpiabotas lucían pulcros debajo de sus pasamontañas.

Me imaginaba un universitario sacándose un dinerillo limpiando botas y que no quisiera ser reconocido por cualquier compañero o vecino.
Busqué en Internet y efectivamente acerté de lleno en mis pensamientos. No estaba seguro al cien por cien pero la lógica me hizo pensar en la solución más lógica. En un reportaje de la BBC se reconocía que había un estigma social con este trabajo, es un trabajo de baja calidad, al que se recurre porque no hay otra opción.
Debe ser como una bajeza que nadie quiere reconocer que realiza. Hasta la posición de trabajo es de rendir pleitesía a cualquiera que te ponga el zapato en tu caja de madera.
 Aun así ¡ole! por el que trabaja para sacarse un dinero, ya sea para sus estudios o para comer.
Y respeto tanto si quiere hacerlo a cara descubierta como a cara tapada.






























































Me dirigí en mi andadura sin fin por La Paz hacia el Mercado Rodríguez. En este mercado, uno de los más importantes de La Paz,  se venden principalmente frutas y verduras.
Todos los días, a partir de las 4 de la madrugada este mercado paceño se extiende por las inmediaciones de la calle que le da nombre. Allí se reúnen comerciantes y compradores, se exponen los más variados productos, se negocia y se conversa. Aunque es un mercado que abre todos los días, son los sábados y domingos cuando más gente atrae. Esos días se corta la avenida principal y el tráfico se vuelve loco.
 Los comerciantes con sus productos llegan a las 4:00 de la mañana. Se interrumpe la circulación de vehículos a motor y los vendedores se quedan allí hasta la noche. El mercado Rodríguez se extiende por los barrios de El Rosario, Gran Poder y San Pedro.

Para mi suerte ese día era sábado y el mercado estaba pleno de comerciantes y compradores. Grandes puestos de frutas y verduras con toldos de vivos colores eran atendidos por sus vendedores. Una mujer dormitaba entre su género mientras su pequeño jugaba divertido entre cebolletas. Al lado un puesto de canela en rama como puros de gruesos. Otro multipuesto con mujeres al mando,  hablaban, reían o dormitaban.
Más allá una cacharrería resplandecía con el sol. Vendían toda clase de cacerolas plateadas.
Una niña comía palomitas mientras descansaba sentada en el lateral del puesto de su madre.

¡Que os voy a decir de los mercados! Este también es un inmenso río de vida por todos lados. ¡Maravilloso!
Un puesto de botones de diferentes tamaños y colores, eran clasificados por otra mujer con gran meticulosidad.
Lo mejor de la parte alta del mercado es que se ve perfectamente la silueta del Illimani, lo que le da a cualquier lugar una belleza particular. Bueno, la verdad es que el Illimani se ve desde casi toda La Paz.

Pasé bastante tiempo en el  mercado Rodríguez disfrutando del ambiente y aprovechando para comer algo y comprar fruta y pan para luego.

Volví por una hora a la Casa ciclista de La Paz, me di una ducha y volví a salir en dirección al mercado de Las Brujas para realizar las últimas compras. Tenía visto unos cuantos bolsos tipo mochila de cuero y con motivos Andinos para regalarle a Marga. Al final compré uno precioso después de regatear algo.
Luego me dispuse a seguir paseando por el mercado, respirando una vez más el trajín de turistas y vendedores. Una mujer tenía a su pequeño en una caja de cartón al lado de las alfombras con colores y tejidos andinos.
Un hombre vendía sus ponchos bolivianos sentado en el suelo con uno de ellos puesto y con el gorro andino correspondiente.
¡Todo perfecto! No desperdicié el momento de tomar mis últimas fotos.

Me fui despidiendo mentalmente de mi gran viaje peruano-boloviano, se acababan las horas en Sudamérica.
Fui volviendo poco a poco a la casa del ciclista según caía la luz. Todavía tuve tiempo para comprar un par de hamburguesas en un puesto callejero que me comí con avidez.

Antes de entrar a la casa ciclista paré un taxi para negociar un precio al aeropuerto. Acordamos un precio que incluía el traslado de la caja de mi bici también. Una hora después me esperaría en el portal de la casa del ciclista.










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