domingo, 5 de noviembre de 2017

Trenes en la Luna. Uyuni





El autobús que salía de la Paz dirección Uyuni salio a las 8 de la tarde. Me esperaban 9 o diez horas de viaje.
Me acomodé en la parte de atrás, ya que esta no estaba muy llena. Ocupé dos asientos y a ratos conseguía dormir cambiando muchas veces de postura.
Había que abrigarse ya que por la noche y debido a la velocidad el autobús se enfriaba bastante. Además la segunda mitad del viaje estaba llena de baches y se daban grandes tumbos.

Casi sin darme cuenta llegamos a las 5:30 de la mañana a Uyuni pueblo. Un montón de calles polvorientas y casas bajas´era lo que se veía en esta zona, una calle que hacía las veces de estación.
Recogí mi bicicleta totalmente llena de polvo que había entrado en los maleteros ya que parte del viaje era por camino de tierra.
Hacia muchísimo frío, entre otras cosas porque era muy temprano, Uyuni se encontraba a 3678m y estaba poco protejido y bastante expuesto, además su temperatura mínima media es de -11,7 grados centígrados.




Lo primero que hice fue buscar algún sitio para desayunar, apenas había comido nada la tarde anterior en La Paz y tenía déficit de alimentos.
Encontré una especie de cafetería restaurante con WF desde donde yamé a Marga para decirles que me encontraba bien y que seguramente pasaría algún día hasta que tuviera WF de nuevo.
Después compre algo de comida y agua para mi recorrido por el salar en un mercado callejero que estaba empezando a montarse.
Por último busqué algún sitio donde ducharme. El día anterior pedaleé hasta la Paz y luego tomé el autobús sin apenas descanso. Busque por varios sitios y al final una mujer mayor me dejo ducharme en su casa a cambio de unos pesos bolivianos.
La ducha era precaria y con agua fría. Apenas salía un hilillo de agua. Entre la falta de alimentos en mi cuerpo, el frío que hacía y la ducha helada, terminé de congelarme del todo.
Apenas tenía fuerza para vestirme. Me puse el culote de invierno largo y mis dos malliot, más un buen gorro y guantes
y salí a mi primer destino, el cementerio de locomotoras antiguas




LOCOMOTORAS ANTIGUAS DE UYUNI 

Mi fascinación por las locomotoras ya la he dejado patente en otros blogs.
Aquí tenía la oportunidad de ver unas cuantas juntas a las afueras de Uyuni.
Había visto muchas fotos en Internet y me fascinaba verlas en vivo.
Estas estaban a tres km de la plaza central del pueblo y mi GPS me llevó hasta ellas.

En su momento, estos trenes fueron símbolo de progreso. En 1889 entró la primera locomotora en Uyuni. Luego siguieron otras, pero pronto descubrieron que en ellas llegaban sólo trabajadores y lo que salía de allí era mineral. Así que el progreso y prosperidad fue engañoso.
Las locomotoras y vagones se  quedaron para siempre en Uyuni.




Desgraciadamente en los últimos años se han saqueado partes de estas locomotoras. Suelen venir por la noche y con sierras eléctricas cortan partes de estas y se las llevan en grandes camiones. Funden luego el metal, en muchas ocasiones partes de cobre.
Se ha intentado que hagan un museo con los trenes, pero de momento allí siguen mermando en su contenido. Un patrimonio histórico símbolo de otro tiempo que poco a poco desaparece.
Estas siguen perteneciendo a  la Empresa Nacional de Ferrocarriles (Enfe) pero no se hace cargo. Se piensa que estas deberían pasar a la minicipalidad de Uyuni y así las conservarían.
De momento es un museo al aire libre donde nadie vela por la locomotoras y sólo los turistas las visitan.




Cuando llegué allí ya había tres todoterrenos con turistas que las visitaban, luego llegarían más.
En Uyuni los turistas contratan un todoterreno para un periodo de uno a 4 o más días y su primera visita antes de adentrase en el salar, es el cementerio de trenes.

Para mi fue un impacto increíble, no solo por la belleza de aquellas locomotoras, sino por el lugar, una especie de desierto polvoriento en mitad de la nada. Parecía una escena irreal.
Aquellas locomotoras y sus vagones sin apenas vías, semientrerradas en la arena por el peso enorme y el tiempo allí ancladas. Aquello era bellísimo, casi lunar.

Las enormes locomotoras estaban adornadas por los enormes remaches que unen sus partes a modo de chinchetas gigantes. Sus chimeneas eran espectaculares y sus ruedas y bielas majestuosas luchaban por no hundirse en el barro entre la época de lluvias y la seca.
Casi todas la locomotoras y vagones tenían grandes graffitis o frases pintadas, pero estos le concedían una belleza especial a las mismas. Grandes ejes con sus ruedas aparecían  entre las dos hileras de  locomotoras situadas a un lado y otro.
 En una de las locomotoras habían desaparecido parte de sus paredes laterales del cilindro que hacía las veces de cuerpo principal. Allí habían colocado un columpio que colgaba del techo y que estaba hecho con una cadena de grandes eslabones de hierro y un asiento del mismo material. No pude evitar montar en él y disfrutar como un niño.Tampoco me resistí a recorrer las locomotoras por sus techos, tocar sus chimeneas y remaches, sus vielas retorcidas y ruedas gigantescas.




Disfruté bastante de esta visita y por lo que aprecie no fui el único, ya que los turistas estaban encantados con el lugar. Sólo que estos hacían un visita bastante rápida, se hacían unas fotos y desaparecían en el salar.

En el rato que estuve allí vinieron otros todoterrenos y se marcharon otros tantos.
En un momento dado, también decidí irme en dirección al salar, ya eran casi10 de la mañana y entre desayunos, mercados, duchas y locomotoras se me había ido mucho tiempo. Viajaba en bicicleta y me quedaba bastante para llegar. Quería ir hasta la Isla de Incahuasi o isla del pescado a 107 Km de Uyuni. Es isla porque en época de lluvias cuando el salar parece un espejo, el grupo de grandes piedras y cactus que forman esta isla parece una isla autentica rodeada de agua aunque esta levante un par de dedos. El reflejo de la isla en el agua en época de lluvia ayuda a que parezca más isla.




Hay un 27 Km hasta la entrada del salar y 80 hasta la isla.

Digo la entrada por que es la manera mas fácil casi única de entrar desde Uyuni. Ya que las rodadas de los veículos hacen que esté mas suave la sal por esa entrada. De lo contrario cualquier otro camino implica tener que afrontar las curiosas formas redondeadas y con relieve que la sal forma en el suelo. con la consiguiente incomodidad para la conducción.
Además sólo hay una carretera o camino para acercarse al salar, por lo que no hay más remedio que entrar por allí.
Ilusionado, abrigado y con agua y comida salí de Uyuni pueblo en dirección al Salar.




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